Los Bunkers revisan los 10 años de La Culpa
El 23 de octubre de 2003 salió a la venta La Culpa de Los Bunkers, uno de los que perfectamente puede considerarse el mejor disco chileno del siglo en curso. Y su peso viene dado no sólo por las canciones que traía, sino por lo que significó en términos estilísiticos y el empuje a nueva generación. Esos temas y otros pusimos sobre la mesa a los penquistas, que desde México desmenuzan juntos los detalles e incidencias de un álbum que cambió su carrera para siempre.
A. López: Es un disco que hicimos con el Gonzalo González, fue un buen trabajo de estudio. Fue el disco que nos vio crecer en términos de composición y marcó nuevos caminos. Fue importante.
M. Durán: Quizás es el disco que marca nuestra mayoría de edad.
F. Durán: No creo que este disco figure mucho en México. Nunca se ha editado acá. Lo único que hizo Sony fue editar un compilado de Canción de Lejos y La Culpa, y le pusieron Grandes Éxitos. De ahí que la gente conoce las canciones, más con los singles que nada.
A. López: Eso pasa con todos los discos igual, siempre van quedando canciones fuera y al final la gente y uno mismo se va relacionando más con los singles.
M. Durán: Es que si vamos a lugares remotos, no vamos a dar la lata con el lado B de La Culpa en vez de mostrar los éxitos a la gente. Pero cuando se nos da la oportunidad, ahí metemos esos temas que no siempre tenemos la oportunidad de interpretar.
F. Durán: “Dios No Sabe Perder” la hemos tocado en vivo de repente. “Mariposa” creo que alguna vez también la tocamos. “El Festín de los Demás” creo que sólo la tocamos para el lanzamiento. Y no se trata de un asunto de cariño hacia las canciones, es sólo que los conciertos tienen otra lógica, otro desarrollo.
M. Durán: La Culpa me gusta mucho cómo suena. Y es una opinión que compartimos todos.
F. Durán: El resultado sonoro de ese disco es la espina que nos sacamos del disco anterior. Y es el primer disco que produjimos nosotros, nos tiramos a la piscina, pudimos experimentar en el estudio. Y cosas que pudimos planear de otra manera. Creo que es el disco más planeado que hemos hecho, en el que teníamos ciertas metas artísticas que queríamos cumplir.
De hecho armamos un esquema. Que hubiese una canción de tal manera, otra en otro estilo, y fuimos armando el disco como si fuera un rompecabezas hasta encaminarnos hacia el lado que queríamos que fuera. Que tuviera esa faceta chilena, queríamos experimentar más, compramos un teclado especialmente para ese disco para que tuviera un poco más de “extraterrismo”, como decimos nosotros.
Teníamos una especie de tabla de doble entrada. En el lado izquierdo iban todos los títulos de las canciones, y al otro iban todos los instrumentos o elementos que queríamos que tuvieran. Entonces una decía “extraterrismo”, otra decía “chileno”, “latinoamericano”. Y dentro de las canciones, queríamos que una fuera más movida, otra más rocanrolera, cada una se concibió concienzudamente.
M. Durán: Todos los discos siempre tienen su vida propia. Pero este disco en gran parte se logró lo que estaba planificado. Llega un momento en que el disco tienes que cerrarlo, si no vas a terminar como Axl Rose.
F. Durán: Y eso nos sirvió para darle un impulso una dirección al disco, que tuviera un aroma, que tuviera un espíritu, independiente que no se haya logrado todo quizás.
M. Durán: Es consecuencia de La Culpa que como tuvo tanto agregado, queríamos que el próximo fuese un disco de bajo, batería y guitarras. Y eso fue el Vida de Perros. Eso sí es un resultado directo de La Culpa.
F. Durán: Y eso de que el disco fue planificado “de afuera para adentro” tampoco lo hemos vuelto a repetir. De ahí en adelante, siempre nos dejamos llevar por el mismo disco y que las canciones nos muestren la cara.
M. Basualto: Además entre La Culpa y el Vida de Perros se dio que por primera vez, lo que nos empezó a pasar en la vida cotidiana empezó a influir en la música. La Culpa es un disco con un espíritu más cerrado y con un estado de ánimo casi perfecto. Y tuvo un proceso súper mágico, entramos el 18 de septiembre al estudio. Se cierra la etapa inocente del grupo. Todavía estábamos aprendiendo.
Había una inconciencia implícita, y habíamos tenido un primer acercamiento de aprender el trabajo de un disco y trabajamos con Gonzalo González, hicimos demos, por eso había una visión tan clara. De ahí en adelante siempre lo hicimos, los demos fueron importantes para empezar los procesos de cada trabajo.
M. Durán: Definitivamente aquí hay canciones que son atrevimientos, primeras experiencias.
F. Durán: A veces uno se deja llevar por las influencias y nos entusiasmábamos mucho con una idea fija.
M. Durán: (Interrumpe) Por llegar mucho más a un sonido o una textura que otra cosa. Es un disco en el que la composición pasa a otro estado. Es muy vital para lo que vendría después en Barrio Estación o La Velocidad de La Luz. Eso es lo primero.
Y yo creo que es súper importante que el disco se haya despojado del formato tradicional de canción, de la estrofa-estribillo y todo eso. Acá no se respeta esa esquematización, no la respeta “Canción para Mañana”, ni “Cura de Espanto”, ni “No me Hables de Sufrir”, ni “Mira lo que Dicen Sobre Nuestro Amor”, ni “Culpable” o “Última Canción”. Creo que ahí va la gran ganada del disco.






