Lo que viene en 2015: Rap chileno a la cima. Por Fucho Cornejo

chile
chile

Como si fuésemos capaces de poner atención a una sola cosa a la vez, en Chile nos estamos conformando con exponer una sola cara de nuestra música en intervalos de aproximadamente cinco años. El lustro previo a 2010 el micrófono lo tuvieron los “cantautores”: Manuel García, Chinoy y Nano Stern fueron reforzados como concepto con Leo Quinteros, Camila Moreno, Javier Barría e incluso Gepe. La guitarra de palo era lo que estaba pasando, o al menos eso fue lo que la industria se vendió a sí misma.

Luego llegó “el nuevo pop chileno”, con las explosivas figuras de Francisca Valenzuela, Javiera Mena, Dënver, Astro, Pedropiedra, Fernando Milagros y otra vez Gepe. La sensibilidad con lo masivo trastocó voluntades y de un paraguazo se quiso homogenizar la oferta musical criolla. Ya llevamos media década contándonos el cuento de lo bueno que es desprejuiciarse por la vía del pop y aquí estamos, preguntándonos qué va a pasar ahora.

Muy pocos dibujaron su camino propio. Quizás Ases Falsos sean los únicos consolidados e incluso justificados como una isla. Sin embargo, los entusiasmos se cultivaron en otro mundo. Uno que ya no puede seguir esperando que le abran la puerta a los medios y los grandes escenarios: el rap chileno.

Ese rap que tiene a Ana Tijoux como espejo (y a Zaturno y Seo2 como parte del lote senior) y que por mucho tiempo se hizo zancadillas por la desconfianza al perfil comercial y cualquier cosa que sonara a “mercado”. No obstante, es indiscutiblemente la mejor representación sonora de las reivindicaciones con que se abanderó nuestra sociedad.

El Chile cool y/o arribista – el de los que alimentan el ego en Twitter, se hidratan con el pisco sour de cortesía y se palmotean en los VIP de festivales – de a poco ha ido encontrándose frente a frente con los nombres que defienden valores antogónicos, como serían Portavoz, Hordatoj, Jonas Sanche o Liricistas.

Si la tendencia sigue como hasta 2014, el relevo para el pop chileno como nueva fuerza para marcar pauta en los años venideros lo tiene el rap. El rap-rap, que ve con ojos no siempre amistosos a Shamanes, Movimiento Original (que tienen en Aerstame a un baluarte rapero) y Bubaseta que son “otra” manifestación urbana. Sí, los raperos funcionan con una lógica a la que no estamos acostumbrados, con una lógica colectiva que va mucho más allá de los nombres propios.

La pérdida del miedo para trabajar con las reglas del mercado – ordenar su carrera, pulir las comunicaciones, compartir escenario con quien toque – es un paso que ya dieron algunos. Hordatoj la tiene clara; Jonas Sanche fue con Astro a Primavera Fauna y Portavoz se atrevió confirmando para Lollapalooza; y Liricistas aprendió en la gira del INJUV el alcance de sus mics en públicos ajenos, más allá de los millones de reproducciones que acumulan en Youtube.

Quizás Cevladé siga en la suya, MamboRap esté cómodo dónde está y MC Billeta deba remar casi desde cero después de la confusa resaca tras su aparición. Ojalá que los Mente Sabia (o sus aventuras solistas) reclamen su lugar. Y así con tantos. Sin embargo, el desembarco del rap en los medios parece ser inminente y la responsabilidad ahora la tenemos los medios: no toda la música chilena que la lleva suena en el GAM, Matucana 100, el Caupolicán y La Cúpula. Paño para cortar tendremos: el 2015 empieza con discos frescos de La Habitación del Pánico, Liricistas y el muy esperado álbum de Jonas Sanche.

“No hacemos rap para el pueblo. Somos el pueblo haciendo rap” dice Portavoz. ¿Será ésta la hora para que las rimas orgullosas de sus poblaciones traspasen fronteras sociales y mediáticas? Los discos están ahí para sustentar la predicción.

5/5 - (439 votos)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *