Este es el momento de Gepe – Parte 2

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Pasó Viña, pasó la locura y los caminos se abren para Gepe. Antes de su aventura festivalera pudimos conversar con él en extenso y nos contó del disco que publicará este año, de su salto a grandes escenarios, de lo que le gusta y no le gusta del oficio del músico y un montón de otros tópicos. Acá, sin cortes, Gepe en su hora.

¿En qué fase estás del próximo disco? ¿Sabes ya qué dirección está tomando?

Va hacia un lado más hip hop, y lo bailable lo vamos a explotar más. En la lírica va a ir más al hip hop también. El reggae, me encantó quedarme ahí, tal vez haya más de eso. Algunas canciones nuevas las hemos tocado en vivo y van en lo bailable y lo urbano. No tan popero quizás.

¿Queda alguna influencia de lo que hiciste con Álex?

Yo creo que esa apuesta era mucho más de nicho que lo que hago yo, no era tan libre. Como que es muy Primavera Fauna, cachai. Era explorar ese lado también, yo estaba en eso pero igual no. Y me metí por ahí para probar. Y trabajar con un músico tan capo como el Alex fue súper beneficioso. Y yo creo que fue beneficioso para ambos.

Mientras hacíamos las fotos, conversábamos de desmitificar un poco el trabajo musical, que sea esta especie de fuerza sobrenatural que cae en los músicos. ¿Era algo así lo que planteabas?

Con lo que estoy en contra en realidad es el músico como el bohemio, el poeta, como el hueón especial. El músico es igual que el ingeniero, que el que va a la oficina. La realidad para un músico independiente hoy es así: tienes que despertarte a las ocho, ir a ensayar, mover cosas, gestionar, ayudar al roadie, hacer lobby, administrar tus redes sociales, ver el mail. Esa es pega también, son diez horas al día, no puedes estar drogado o borrado todo el día metido en tu mundo. No sirve nomas.

No queda otra, el artista no puede andar perdido por la vida levantándose a las 3 de la tarde. Estoy en contra de eso, y siento que la mejor solución es desmitificar el material en sí, la canción. Y si no le gusta a la gente, no le gusta nomas. No hay que deprimirse. Una canción es una cagada de 3 minutos, que pesa un par de megas nomas, te cabe aquí (muestra su teléfono) y no creo que sean tan importantes. Si no es ahora, será en el próximo disco o nunca, pero no hay que tenerle tanta fe religiosa a la música.

Ojo, no estoy diciendo que un músico no tenga que representar a la sociedad o a su tiempo. Estoy hablando que si no resulta con una, a la otra. Si no pasa nada con un disco, tiene que ser el próximo. Es hacer descansar el ego también. Es hacer del músico un trabajador común y corriente. Creo que así es ahora.

¿Crees que esa postura también tiene que ver con la simpleza con que ve el mundo el público más joven, que entiende que esto es más accesible?

Creo que es la estética contemporánea, que todo el mundo puede hacer música o que puede dar su veredicto. Ese tipo de cosas son contemporáneas. Hay que actuar como si uno estuviese actuando la música propia. Si escucho esta canción, la tengo en mi teléfono y no tengo idea en qué disco sale, no importa, lo importante es que te gustó la canción. No morir en el intento de hacer la canción. Todavía no lo dilucido mucho en todo caso, pero tiene que ver con todo eso, también con el ego.

Eso te iba a preguntar, el asunto del ego. ¿Dónde queda el ego ahora? El músico históricamente ha sido egocéntrico.

Eso pasó de moda. Genios como Bob Marley, Dylan, David Bowie, yo creo que ese mundo ya fue. No te sirve, se ta va la micro si estás en esa. Esa es mi visión. Por supuesto que quiero mantener la espiritualidad de la música y lo lindo que tiene, pero sabiendo que hay un espacio nuevo que ocupa en la sociedad, especialmente a partir de los músicos. Yo creo que la gente ha asimilado mejor la música actual que los mismos músicos. Hay músicos que todavía creen que son muy importantes y no sé si es tan así.

Pienso en James Blake y me parece súper contemporáneo: hace música todo el rato. Hace un disco, saca un EP; dos meses después saca otro y de ahí le hace un remix. Ama tanto la música que hace, hace, hace. Cuando toca en vivo, no está pensando que le estén sacando una foto; está tocando y tratando de que la música esté viva en lenguaje contemporáneo. Los raperos están probando harta cosa y me gusta.

Mi discurso tampoco lo tengo tan claro, porque está en evolución en todo sentido. Estamos en una etapa súper experimental. Todos están probando cosas. La música creo que va hacia la desmitificación del ídolo musical y va hacia la creación anónima. Medio anárquico. Estoy diciendo lo ideal para mí. Por eso me gusta ir a ver a un DJ, porque nadie está mirando tanto al DJ. Hay una vibra general. Y es el link que me interesa con el folklore. “La Tirana”, a quién chucha le importa quién está tocando, y quién hizo la música, qué te importa. Simplemente estamos vibrando con nuestra tierra, y nos vamos felices o tristes, pero vibrando.

Algún otro músico chileno me decía que esta generación estaba rompiendo con la incapacidad de los músicos chilenos de hacer hits. ¿Sientes que esas canciones, por más que sean anónimas, tengan que llenar el gusto de mucha gente?

Sí, absolutamente. Chucha, cómo mezclar esos polos opuestos. No creo en ese discurso de que si hay un incendio, tengo que hacer una canción del incendio. Prefiero hacer un tema de qué es lo que significa el fuego para nosotros, qué pasa si el fuego quema nuestro hogar. Eso en vez de que no llegaron los bomberos, por qué se murió el perro, por que los pacos se demoraron. Lo digo en términos muy personales.

¿Y eso hace que la música llegue a más gente?

Ah, no, me fui por las ramas (risas). A ver… Hacer canciones pop es algo súper rico, y es parte de una estética global. No me quiero esconder detrás de un estilo en particular. Me interesa hacer canciones “ricas”, ¿me cachai? A uno le interesa más el tema y cómo hacer que eso se potencie en vez de decir “tengo tres acordes que tengo que usarlos”.

Si te das cuenta, el estilo habla mucho menos de las canciones que del mismo estilo. Está mucho más preocupado de su temperamento. Por supuesto que hay excepciones, en el punk te encuentras igual con canciones ricas de los Ramones que escuchan todos por decirte algo. Hay canciones que no mueren nunca. Pero esa la gente que trascendió a su estilo. Ahora los cabros no se sienten representados por un solo estilo; es una mezcla de todo. Yo voy a eso. Quiero hacer una canción alegre, más que en algún estilo. El pop quizás es la mejor forma de llegar a las emociones puras, es una estructura más simple, más desnuda.

La música que le gusta al conserje, a la abuelita, al perro, es pop súper simple, súper esencial. “Tren al Sur”, “Estrechez de corazón”, hablaban más de la realidad que de su propia estética.

¿Hay en ti todavía una intención de seguir sonando chileno? Has tenido presente eso, los cambios siempre han terminado haciéndote sonar chileno. ¿Quieres mantenerte en esa identidad, es algo que te encontraste?

Es una mezcla de cosas la verdad. Pero reduciéndolo, si trato de hacer una canción no chilena, no me sale. No es chovinismo, pero es algo que me nace nomas. Juega con los ritmos que uno escucha, uno te va a salir de una forma más natural y la otra ya la tengo que pensar para no equivocarme, para no salirme del ritmo. Respondo a esos impulsos básicos, de sentirme cómodo o incómodo. Cuando intenté cosas que me hacían más incómodo, te sientes inseguro y la gente se da cuenta.

Sin duda que eso sirve para crecer, tienes que equivocarte para crecer y saber qué te resulta y qué no. Lo más fácil para mi es hacer canciones desde lo latinoamericano, sobre todo más andino. Me conecté con eso súper fácil, no es algo que tampoco haya escuchado tanto de chico. Quiero seguir sintiéndome cómodo. A mi me gustan toas las modas, porque tampoco me parece tan interesante, no creo que me vaya a cambiar la vida.

El mejor ejemplo creo que está en el último disco de The Knife. Antes me gustaban, pero tenían algo que no me acomodaba. Y sacaron el último disco, y fue una movida como de “esta música es mi realidad, voy a hacer una canción de 20 minutos, otra más bailable y otra soul”. Ellos no tocan instrumentos en vivo ahora, tienen un cuerpo de baile gigante, y con este último disco me dieron la sensación de estar muy vivo. El último disco de Strokes, no los siento cómodos a ellos y por eso no me siento cómodo yo. La música que me gusta en la que siento que el músico es honesto consigo mismo y eso me hace sentir cómodo también. Es súper personal lo que te estoy diciendo en todo caso.

El ir cambiando significa una evolución, pero queda la pregunta de cuánto te ves representado en lo que fuiste. Si te digo “La Enfermedad de los Ojos”, ¿cuánto te ves representado en esa canción ahora?

Chuta. Hace mucho que no la toco. Ya fue esa canción, ya la perdí.

¿Ya no eres tú? ¿Era otro el que la hizo?

Qué complicado. El Gepinto lo siento muy lejos. Ese fue un inicio, y GP es inicio de otra cosa. Estoy empezando la etapa 2, y ya no puedo volver a la etapa 1. Sentía que eso era lo que era, esa era mi estética, no me preguntaba por la estética de las canciones. Y HungríaAudiovisiónLas Piedras, esas canciones podrían haber sido de cualquier manera. Estaba en el limbo. Y con GP eran canciones que obviamente tenían que ser de cierta manera. Me da la impresión que voy a empezar en un limbo de nuevo. Espero que no. Eso de que la historia es como un espiral, estoy en el mismo punto pero un poco más arriba – espero – pero sin posibilidad de volver atrás.

Es raro sentir ese abandono a una etapa de tu carrera.

Sí, igual. Pero me parece lógico. Mi grupo favorito es Animal Collective, que se niegan todo el rato. Hago un disco y no lo toco. O toco el disco, después lo grabo y cuando lo lanzo lo dejo de tocar. Eso puede ser súper snob y posmoderna, pero ellos lo hacen de manera súper natural. Y creo que es súper lógico lo que hacen. Apenas la música se empieza a añejar, cambiar. Son geniales. Más que el grupo mismo, me gusta cómo trabajan.

Pero Animal Collective es un grupo, en un momento se fue uno, después volvió. En cambio tú eres sólo. Imagino hay una lógica distinta cuando un solista se despega de su arte a cuando lo hace un colectivo, ¿o no?

Hago un paralelo entre ellos y Tobías Alcayota, que es mi grupo favorito de la historia. Eran chilenos, tres personas que hacían música, yo los vi tocar como 300 veces y nunca tocaron igual. Siempre tiene que haber un faro. No sé cómo relacionarlo con lo que hago yo, pero es natural dejar atrás cosas. Lo sentía muy humano.

La música tiene que ser extra-musical, para conectarte con la música tiene que tener algo más. Sentir una vida. Juan Luis Guerra hacía canciones tan lindas que podían llegarle a un metalero. O Alejandro Sanz, que de repente saca un tema que me hace sentir que lo que dice es verdad. Y Ana Gabriel, ella canta desde su verdad, heavy.

Los buenos artistas son los que van cerrando etapas y las dejan ir. Caetano Veloso hace eso harto, aunque no me guste tanto su música. Va haciendo muchos discos, eso me gusta.

¿Y no te encontraste con recelo de tus fanáticos, especialmente los que te fueron siguiendo por más tiempo y que ven cerrada esa puerta?

Prefiero no pensar en eso, porque no es algo que pueda resolver. Tampoco me pongo a pensar o decir “los que quieran, síganme”, porque es como antiguo. No me parece verdad. La música se divide entre los medianamente melómanos y la gente a la que no le importa nada. A ese último grupo, le da lo mismo lo que tú hagas. Y a los primeros, cada vez menos se van aferrando a ese “seguir igual”; hasta les gusta que tú cambies. En estos tiempos al menos.

La parte del mundo que se atrae por los ganchos de las canciones o emociones súper básicas, no sigue tu carrera. Y los que sí se preocupan, hay mayor cantidad de gente que le interesa que tú cambies. Que le vayas proponiendo cosas. El mundo va cambiando muy rápido, tú también tienes que ir cambiando. Que la Miley Cyrus salga como una santa y después como una puta, es súper natural, independiente del juicio que sea nocivo o no. Le ayuda a su publicidad que uno diga que es mala, eso es lo que anda buscando. Quizás en 20 años todo va a ser más estático. Pero ahora todo es más errático, medio Lindsay Lohan. Bonita-fea-curada-en la cárcel – santa – casada – 10 hijos.

Varias veces en las conversación fuiste dejando claro que lo que dices es tú opinión, tú manera de verlo. Pensaba que podía ser un intento que en la medida que te vas haciendo popular, hacerle el quite a convertirse en líder de opinión o al culto a la personalidad. ¿A qué viene esa necesidad?

Porque siento que yo pienso en la música 25 horas al día y hay gente que no. Yo soy obsesivo del tema, la gente común y corriente piensa en su colegio, su carrera, la pega, su familia. Yo desde que tengo 5 años pienso sólo en la música, y si hago puras frases para el bronce, siento que esa verdad no es la verdad. Más que mi verdad subjetiva es mi verdad obsesiva. ¿Se entiende el término? Sé que no estoy siendo subjetivo con lo que hago y estoy siendo demasiado aguja.

El 2013 pareció ser un año de expansión para la música chilena. El Nano Stern se pegó el salto al Caupolicán e hizo dos funciones, y conversando con gente del medio, el único nombre que saltaba naturalmente como respuesta a “¿y ahora quién?” eras tú. ¿Le debes a tu carrera pegarse ese salto?

Mi calendario por ahora llega al festival, y después de eso necesito dejar de pensar un poco. Necesito un break, pero sí queremos hacer una fecha así, lo vimos con el sello y el manager. Me parece lógico que para allá vayamos. Está considerado, pero no podría darte una fecha, por ejemplo.

¿Y sientes eso de que el que éste es tu momento, de que ahora eres tú el que tiene que dar el salto?

No sé cómo responder eso. Sí te puedo hacer que sí hemos hablado del Caupolicán y hacer el gran concierto. Pronto. Este año, de todas maneras. Y sí me parece un paso lógico, que hay que darlo obligatoriamente. Por ahí va.

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